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Por qué lo hacemos

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Por qué lo hacemos


A pesar de las leyes y los tratados internacionales para proteger la fauna silvestre, el estado de los animales y sus hábitats naturales en todo el mundo son cada vez más precarios e insostenibles. El cambio climático, las altas tasas de deforestación y de tráfico ilegal de fauna silvestre nos indican que hay mucho trabajo por hacer para proteger nuestro planeta.

Hemos presenciado la tortura y el sufrimiento de criaturas indefensas y esto nos motiva a continuar nuestro trabajo.

Los hechos

En la Conferencia de Tráfico Ilegal de Fauna Silvestre del 2018 en Londres los datos y las cifras presentadas resaltaron la devastación causada por el tráfico de animales:

  • Un aumento en el comercio entre Sudamérica y Asia debido al alza en la demanda de productos de fauna silvestre como dientes y garras de jaguar.
  • Sólo uno de cada diez animales sobrevive al tráfico ilegal.
  • Para mantener a los animales fuera de la vista de los agentes de la ley durante su viaje a Europa y los Estados Unidos (los destinos más comunes) los animales sufren torturas indescriptibles.
  • Los animales sacados de contrabando de sus países terminan en zoológicos, “colecciones” privadas, laboratorios e incluso en platos de comida como manjares.

Mientras los traficantes obtienen grandes ganancias económicos, ponen en riesgo la fauna silvestre y causan daños irreparables e inestabilidad a los delicados ecosistemas de nuestro planeta.

Consecuencias desastrosas

Entre 1970 y 2014, el tamaño de la población de fauna silvestre disminuyó en un 60% según este informe de 2018 publicado por WWF. Durante el mismo período, la población humana global prácticamente se duplicó. Después de la destrucción del hábitat, el factor más importante que contribuye a la disminución de las poblaciones de fauna silvestre es el tráfico ilegal de la misma.

Desafortunadamente, una especie que está al borde de la extinción se vuelve más valiosa en el mercado negro. Muchos animales que se sacan de su hábitat natural se abandonan en otros lugares cuando los captores ya no los quieren.. Sin hábitats apropiados o rehabilitación adecuada, muchos de estos animales mueren de hambre o por falta de adaptación al nuevo entorno. Es igual de preocupante es la situación de los que logran sobrevivir, ya que pueden tener efectos perjudiciales sobre el medio ambiente. En muchos casos se reproducen sin control, sobrepoblando un hábitat, produciendo desequilibrios y comportándose como especies invasoras que desplazan a las especies nativas. También pueden introducir nuevas enfermedades que podrían propagarse entre las poblaciones locales o incluso ser zoonóticas, afectando a los humanos además de la vida silvestre.


Un Oso tamandua siendo liberado.
Un Oso tamandua siendo liberado.

Sufrimiento de los animales

La tasa de mortalidad de los animales traficados alcanza el 90% debido a las condiciones horribles a las que están sometidos. Los animales a menudo cambian de manos varias veces a través de intermediarios sin escrúpulos, cada uno de los cuales tiene su manera de pasar a estos animales a través de las zonas de control para que no sean detectados.

Algunos de los tratos inhumanos que sufre la fauna silvestre traficada incluyen los siguientes:

  • Los animales a menudo son drogados durante el transporte para evitar que las autoridades los detecten
  • Muchas veces están hacinados en jaulas pequeñas, donde soportan un estrés significativo y están expuestos a enfermedades.
  • Las tortugas son amarradas dentro de sus caparazones durante el transporte para evitar que se muevan.
  • Los loros y guacamayos tienen sus picos y patas amarrados y en muchas ocasiones se les fracturan las alas para que no puedan volar.
  • Muchas aves son transportadas dentro de botellas de plástico.

Los animales que sobreviven el tiempo suficiente para ser vendidos, a menudo están sujetos a un cuidado y condiciones de vida inadecuadas después de la compra. Algunos animales necesitan compañeros de su propia especie, y vivir aislados y alejados de su hábitat natural puede hacer que desarrollen trastornos psicológicos.

Regulación laxa

En 1992, el mismo año en que se fundó CIWY, Bolivia aprobó la Ley de Medio Ambiente 1333, haciendo ilegal el tráfico de fauna silvestre. Sin embargo, cualquier persona que visite un mercado al aire libre en Bolivia encontrará animales vivos y derivados de animales, como fetos de llamas, pieles de jaguar y caparazones de armadillo.

LEY 1333 del 27 de abril del 1992
LEY DE MEDIO AMBIENTE
TÍTULO XI, CAPÍTULO V DE LOS DELITOS AMBIENTALES
ARTÍCULO 111.
El que incite, promueva, capture y/o comercialice el producto de la cacería, tenencia, acopio, transporte de especies animales y vegetales, o de sus derivados sin autorización o que estén declaradas en veda o reserva, poniendo en riesgo de extinción a las mismas, sufrirá la pena de privación de libertad de hasta dos años perdiendo las especies, las que serán devueltas a su hábitat natural, si fuere aconsejable, más la multa equivalente al cien por ciento del valor de estas.

Uno de los problemas críticos de la Ley 1333 es que no se hace cumplir adecuadamente por el gobierno boliviano. Además, la ley no es compatible con el código penal de Bolivia, por lo que incluso cuando las personas son atrapadas infringiendo la ley, no son sancionadas. Desafortunadamente, el tráfico de animales en Bolivia es una preocupación menor para las autoridades, lo que hace que sea aún más difícil efectuar un cambio, movilizar recursos para el problema y abogar por la justicia.

La falta de cumplimiento tiene serias consecuencias. Los cazadores furtivos siguen cazando y capturando animales, incluidas las especies en peligro de extinción. El sistema legislativo no es lo suficientemente fuerte como para abordar este problema. Los animales indefensos que se ven afectados por el comercio deben ser atendidos y no existe una entidad para proporcionar tal cuidado. CIWY trabaja para combatir este problema en Bolivia y fuera de sus fronteras.